lunes, 6 de febrero de 2012

Naftohólicos

El chillido de una correa y un par de bocinazos interrumpieron la sinfonía de los varios motores que se oían desde la calle. Y eso era a las once de la noche en un barrio no muy céntrico. Era como si las calles gritaran: "¡Autos! ¡Motos! ¡Y más autos! ¡Y scooters!".

Eso que me hizo pensar en los primeros tiempos después que el viejo Ford se abrió camino a través de las junglas del mercado, e introdujo los primeros automóviles industrializados. Claro que no se hacían automáticamente como los de ahora, y eran relativamente bastante más costosos, y también con más consumo. Pero el punto era que en aquel tiempo supongo era inimaginable que llegasen a existir la cantidad de autos que existen hoy en día. Entonces, nadie se preocupaba tanto por el consumo y el rendimiento.

Hoy los autos (a combustión interna) consumen mucho menos combustible, pero tienen un rendimiento menor al 37%. Eso quiere decir, que por lo menos el 63% de la nafta que compramos, la estamos utilizando para reforzar el calor del verano. No he hecho números mas grandes, porque no me quiero amargar, pero debe hasta influir notablemente en el calentamiento global.

Entonces, son las siete de la tarde un lunes, y querés ir en auto a lo de un amigo. Después de pasar a través de todos los sistemas de seguridad que protejen tu auto (rejas, portones, barreras láser, etc...), siete y cuarto estás saliendo... a cargar nafta. Entonces das varias vueltas hasta que llegás a tu estacion de servicio favorita, y a las siete y veinte te parás al final de la cola (a media cuadra y una bocacalle de la esquina de la estación de servicio), y parás el motor. Esperás tranquilo, y a los dos minutos ves que se acerca el playero.

Claro, vos pensaste que te iba a decir que se acabó la nafta. Pero no, resulta que tienen pero se les colgó el windon y no te pueden cargar. Entonces vas y hacés la cola de otra estación de servicio, y con mucha suerte, como a las ocho menos cinco conseguís llenar el tanque (y vaciar tu billetera). Y entonces podes hacer en esos ultimos cinco minutos, en el auto, un recorrido que a pie te toma unos veinte, veinticinco minutos.

Entonces, escasea porque los dineristas petrolicos quieren que suba el precio. Y la gente se desespera. El funcionamiento interno de las ciudades, y los mecanismos de interconexión, son todos adictos al petróleo. Y lo más grave, es que quienes se dan cuenta de la dependencia, sólo se preocupa por el precio que tendrá que pagar, pero nunca por prender en febrero la calefacción a todo lo que da.

Nosotros nos reímos de los dinosaurios que se extinguieron por un meteorito que cayó del cielo y se asaron. Pero nuestras risas no serán nada comparadas con lo que se van a reír los sapiensólogos cuando nos descubran a nosotros, extintos por no poder dejar de quemar. Ni en verano.

Es evidente que esto en algún momento se tiene que terminar. Y creo que cuando pase, va a ser difícil que estemos preparados.

J.-

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